Lo reconozco, doblo toallas en las puertas cuando salgo de casa unos días.
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Una vez llegué de trabajar y mi peludo no salió a saludarme, cosa muy rara en él. ¡Algo no iba bien!
Lo llamé y lo busqué por toda la casa y el muy … estaba encerrado en el baño. ¡Menudo susto! ¡A saber cuánto llevaba ahí!
Se había puesto a jugar con la toalla y movió la puerta hasta que quedó casi cerrada del todo. Como no es el más listo de su promoción, no lleva bien eso de abrir las puertas con su pata.
Por miedo a que se repitiera, enganché una goma del pelo al toallero y al pomo de la puerta. Cuando me tengo que ir unos días, pongo toallas enrolladas en lo alto de las puertas para que, si se cierran, siempre le quede un hueco para salir.
Toda precaución es poca, no cuento nada que no sepamos los que convivimos con ellos y prometo que, mientras tu peludo esté a mi cargo, pondré la misma atención que en mi casa.
Si quieres saber más de mí pregúntame sin problema.
Un abrazo,
Silvia.